martes, 16 de septiembre de 2008

Epicentro cerebral


Anda metido en mi cabeza el pensamiento repetitivo de que andas cerca. Intento no pensar en ello, pero cada vez que cierro un poco los ojos me vuela la imaginación. Pienso en si seríamos felices si tuviésemos valor para mirarnos, para dormir juntos. Recuerdo el instante en que, a escondidas, tus dedos rozaban mi espalda muy despacio haciendo que se me subiese -otra vez- ese cosquilleo hasta la nuca que me saca un suspiro y me hace cerrar los ojos. Y repienso en qué pasaría si decidiese pedirte una cita en el cielo de Madrid, o en el café de las moscas donde los parados deambulan suplicando algo caliente que llevarse a la boca en una Navidad cualquiera de una gran ciudad. Andas metido en mi cabeza de tal manera que me convierto en cínica: miento a la gente cuando digo "no pasa nada, no siento nada"pero cada vez que pestañeo se me escapa una imágen tuya al otro lado de mi cama, desayunando con mi taza o podrida de miedo a que no me llames sin poder dormir. La puta, pura y dura verdad de mis días.

3 comentarios:

A corderetas con mi alma: "Corde" dijo...

La puta coraza que necesitamos llevar para subsistir en este mundo...
¿Cómo somos capaces de engañarnos incluso a nosotros mismos? Nunca pasa nada, pero siempre pasa de todo...

Veneguera dijo...

A uno mismo no se le engaña...la mayoría de las veces tampoco a los otros.

Carmen dijo...

El último segundo antes de dormirmos, estamos con nosotras mismas y sabemos quién está ahí.
Te entiendo tanto...
Besos, preciosa
Carmen