jueves, 11 de septiembre de 2008

Permitidme, por favor, que me sincere

Cuando me mataste me reencarné en ave. Libre, aprendí a volar, a alimentarme sola y sólo cuando tengo hambre, a respirar sin sentir tus latidos, a sentir de nuevo el aire en la cara mientras paseo por un inmenso Madrid que es sólo mío. Cuando me mataste no entendí que me estabas regalando MI vida.
---------------------
Si echo la vista atrás ya no me me lleno de penas. Ahora sé lo que es importante. Ahora entiendo lo que ocurre. Ahora sé que no debo sacrificar mi vida por causas ajenas. Ahora entiendo que el amor era otra cosa: que es respeto, que es complicidad, que es algo que te puede y contra lo que no puedes luchar, por lo que deseas perfeccionarte, la razón para seguir caminando, el cigarro a medias detrás del polvo, un ¿estás? en el móvil a destiempo y el peso de los silencios que se llenan con miradas. Pero, como en todo, esto se aprende después de haber luchado, perdido y muerto en combate... Hace ya un año que soy feliz porque hace ya un año que me he reinventado.

3 comentarios:

A corderetas con mi alma: "Corde" dijo...

Pues si ya hace un año, celébrelo como quiera. Porque no hay nada como sentirse bien con una misma cuando ya ha pasado todo.

La Maga dijo...

Ponle fecha a la fiesta, la vamos a liar parda

Alcaudón dijo...

Dí que sí, Piticlina!!