Empatía

Las palabras se las lleva el viento
o se quedan en la ventana
mirando la nada,
imaginando los secretos de tu almohada.
A veces siento que no te entiendo.
A veces entiendo que no te comprendo.
A veces pienso que ya no puedo
a veces puedo cuando no pienso.
A veces pierdo cuando no juego
a veces juego y acabo perdiendo.
Y al final, en la cama,
las palabras se las lleva el viento
o se quedan en la ventana
mirando la nada,
imaginando los secretos de tu almohada.
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empatía.Identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro. La vida, a veces, te da golpes que no sabes si vas a poder soportar. La parte buena es cuando descubres que puedes con eso y algo más... pero ya estás empapada y tiritando de frío por el jarro de agua fría.

El texto es una canción, un poco (muy) Ferreiro que me salió sola el otro día. Parece ser que últimamente las palabras nacen con ritmo. La de la foto soy yo (por aquellos que no me ponéis cara o que sólo me conocéis con el pelo corto). Me la hicieron hace casi un año y ahora la hemos recuperado para una portada, asique, a lo mejor, me veis en locutorios y/o/u metros... Sobra decir que es un estupendo Photoshop hecho por un buen diseñador, pero mala persona, que trabajaba por aquí en esos momentos.

Por cierto, felicidades a aquellos que sólo cumplen años hoy (lo digo porque conozco a uno). Aunque las cosas cambien tengo que felicitarte en este tu séptimo cumpleaños. Esperemos que el viento empiece a soplar a favor para todos.

¿Sinceridad o sincericidio?

Él era Han Solo y yo Leia. Los dos lo sabíamos. Siempre en tensión. Nunca es el momento. Entonces Leia explota con su sinceridad “Te quiero” y Han la mira –con esos ojos tan tiernos, tan dulces y tan chulescos- y contesta: “Lo sé”. Y entonces el mundo se desmorona a mis pies mientras en la tele veo, otra vez, la película, mi gato pide la cena y el móvil muere a golpes de silencio.

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Supongo que la base de las relaciones es la confianza. Y la confianza es sincerdad. Ahora bien cuando la sinceridad nos puede llevar al sincericidio ¿Está justificada? Tengo que aprender a ser sincera con mis sentimientos, eso es lo primero y básico. Y luego he de ser condescendiente. Pero la sinceridad puede ser malinterpretada por lo demás, haciendo que caigamos en lo que algunos psicólogos denominan 'sincericidio'. Es decir, la verdad puede producir miedos en el otro, haciendo que las relaciones sentimentales y/o/u amistosas muten, se enrarezcan, se compliquen. Por lo tanto ¿qué es mejor, que las cosas sigan así y seamos felices ignorantes o poder perder a los otros por decir la verdad? Otra de mis grandes reflexiones paranoicas, hoy un tanto friki.

La imagen es de Mattias Ink y podéis regalarme la serie completa por un módico precio (por pedir que no sea).

Blanco sobre blanco

Pierdo el norte. Le veo como una sombra de lo es (o de lo que fue). Muy lejos, prácticamente ínfimo, perdido entre los kilómetros de distancia que nos separan. Algo muy intenso nos unía, algo que está siendo asesinado y se queja y se retuerce en un último esfuerzo por salvar lo que quede entre nosotros. Pero cada vez está más debil y yo lo sé y continúo mi camino sin apenas pensar en lo que estoy haciendo. Total, sólo estoy asesinando lo nuestro despacio y sin piedad. En un ataque de locura intentas abrazarme y me suplicas. Eso sí que me duele. Y no puedo más. Sacadme de aquí. Y una luz blanca, cada vez más grande y cada vez más blanca, me envuelve. Creo que me estoy mareando… Perdón. Siento algo. Unos dedos me tocan. Una sonrisa que no es la tuya. Un beso en los labios. Imperceptible, casi un susurro. Un abrazo que tú nunca me habrías dado. Se planta a mi lado y me saca de allí, caminando despacio y de vuelta al mundo real. ¿Un sueño?
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Se avecinan muchos cambios, muchos y pronto... de momento estoy saturada pero pronto, espero, podré deciros algo. Hoy es el principio de una nueva época. Espero tener suerte. La imágen es de Sayaka y el título de una canción de Maga, ambos muy recomendables.

Hombres...

Como huyendo de un monstruo terrible... así acabe el sábado por la noche. Absolutamente horrorizada por la falta de capacidad de entendimiento de algunas personas, perdón, hombres. Pongo en situación. Un tipo de unos 35, con cierto parecido físico a eduard Norton pero en versión fanegas, periodista y cantautor ( para colmo de virtudes). Nos presentan, soy maja porque, joder, nos acaba de presentar una conocida común y yo acabo de verme sola el concierto de dos colegas (increíbles y brutales) pero llorones ellos y claro, emocionalmente inmersa en sus letras y tras una tarde de meditación zen, pues joder, qué quieres que vaya matando a la peña, NO, soy paz y armonía y saludo y soy maja...pero el hombre piensa " Tengo una oportunidad" y yo pienso "dios mío es el del medio de los chicos" pero sigo siendo maja. Hablamos del cine y de la música porque le dicen que yo también soy periodista y, de pronto, le importa que sea acuario y sabe que ya no estoy con el bajista y de pronto me invita a una cerveza...y yo acepto... porque soy maja y, sobre todo, porque nunca se dice que NO a una birra gratis. Pero claro, él piensa " esta quiere algo" y yo pienso " me está jodiendo el tampax"... Pero da igual porque a esas alturas de la noche ya tengo un escudo humano que me protege de él y dos birras de más y un yorugín supermono con el que no puedo tener nada porque estoy segura de que no me gustaría saber su edad y él (el de los chichos) con esa camisa a rayas diciéndome que me quiere conocer, que mi única oportunidad es esa noche y yo pensando " es nunca has tenido" pero, como soy maja, le digo que estoy ameba: que fagocito cuando tengo hambre y que, de momento, no me interesa su oferta y él se ofende y me dice " si te he pagado dos cervezas " y yo quiero decirle "Piensas que soy una puta que se vende por dos idem cervezas" pero NO. Soy maja y estoy zen y le digo " Pues gracias".

De cine y mujeres

Siento estar un tanto desaparecida pero el curro, en ocasiones, me desborda y he llegado a un punto de saturación que me tiene con una jaqueca constante originada, como bien me explicó una vez Piticli, por un dolor cervical que sube hasta la zona occipital y que, sin duda, él me podría quitar con tan sólo cinco minutos de su tiempo.

El caso es que tengo que hacer, este fin de semana, un mini capítulo para un libro de un colega en el que tengo que hablar de los roles de las mujeres políticas en España. Evidentemente, me he rayado con el tema… y he decidido explicarlas a través del cine. Porque no sé si os habéis dado cuenta pero en el cine sólo hay dos roles de mujeres: las que necesitan un hombre y las que quieren estar con un hombre. Las primeras son tías como Scarlett O’Hara o Meg Ryan. Las segundas son Trinity o Jill Valentine (Resident Evil). Y resulta que esto es aplicable a todo en esta vida. Debe ser que realmente sólo hay esas dos actitudes en las mujeres. Yo reconozco que, hasta hace poco, he sido de las que necesitan un hombre pero ayer el Bass me dijo que, en este momento, soy del segundo. Porque ahora tengo mi independencia (que me ha costado mucho) y tengo mi espacio vital y no estoy dispuesta a renunciar a nada por nadie. Pero yo pienso que no es que no quiera, es que elijo si estar o no estar o hasta dónde puedo llegar con las personas. Y tengo una conversación pendiente con alguien y será en estos términos.

La ilustración es de Stella im Hultberg y, por cierto, casi todas las que pongo están a la venta por Internet a precios bastante módicos (por si os interesa).

Helado

Con sólo una palabra suya la maldición cayó sobre mí. Inevitable, como una losa. El corazón, ya de por sí castigado, quedó congelado para siempre. Dolor. Poco a poco iba encogiéndose. Mucho dolor. Se movía por entre mi cuerpo de un lado a otro, buscando un sitio en el que estar. Insoportable. Lo instalé en la cabeza para poder respirar. Dejar de sentir. Dejar de escuchar. Dejar de sufrir. Respirar. El dolor pasó y me acostumbré a la nueva situación. Total ¿quién, en su sano juicio, querría un corazón para seguir sufriendo? Pero cuando se me sentó delante mi amante menguante me di cuenta de que la maldición me estaba robando parte de mi vida. Y ¿qué hacer ahora con el corazón, tan cabal él, tan helado, tan insensible que no reside en el pecho si no en mi cabeza?

La imágen es de Gez Fry.

Límites

En tu reloj no se marcan las horas, se marcan los volveré. En la noche, en la oscuridad de mi cuarto, veo sus señales de humo, pero no hablo su idioma.
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La realidad tiende a infinito. ¿Dónde están los límites entre la realidad, mi realidad y la del otro? ¿Qué he de hacer para empezar a entender algo de tu mundo? ¿Por qué no dejas de enviarme señales que no entiendo y no quiero interpretar y te dedicas a hablar conmigo dignamente y a la cara? ¿Por qué tengo que esperar asomada a mi ventana a que vengas, otra vez, de tu viaje infinito? ¿Por qué nos cuesta tanto formular preguntas y por qué nos cuesta tanto responder con sinceridad?

Esto es lo que me ronda por la cabeza hoy. La ilustración de hoy (preciosa para mí) es de Ken Wong.

Todo está iluminado

Madrid se despierta envuelto en lluvia. La gente anda un poco triste por la ciudad pero a mí me da exactamente igual porque ando flotando a medio metro del suelo. Me han dado tanto cariño este fin de semana que pedir más habría sido pecado. He estado rodeada de la gente a la que quiero: hemos salido, bebido, bailado, me han avergonzado en público con la tuna cantándome el cumpleaños feliz, hemos hecho los coros a 'Robespiere' (la canción del verano) y me han hecho regalitos. ¿Qué más se puede pedir?

Lo mejor del cumpleaños son los amigos y, afortunadamente, sois unos cuantos. Todos básicos e insustituíbles. Todos diferentes. Todos muy grandes. Gracias a todos por TODO. A los que estuvisteis, a los que no pudísteis venir, a los que me habéis mando sms y a los que no conozco y sois lectores silenciosos del blog. Hoy no posteo nada más que un gracias. La ilustración es de Elise Demonay.

Tarde

Con el sueño todavía pegado en su cuerpo salió de casa con mucho cuidado para no caerse por las escaleras con los tacones de diez centímetros. Más por costumbre que por otra cosa, miró el buzón observando, sorprendida, que en su interior había una carta que anoche no estaba. Un sobre en blanco, sin remitente y sin cerrar con un folio blanco tamaño estándar y un tipo de letra que, seguramente, había sido seleccionado con mucho mimo. Sólo dos palabras: lo siento. Y ella, que no es tonta, pensó en hacer lo mismo. Así que cogió un folio estándar y un sobre estándar y se encaminó a su casa para dejarle sólo una: Tarde.
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No sé por qué nos cuesta ser claros con la gente. Quiero decir que pocas veces tenemos el valor de reconocer según qué sentimientos a la cara de la persona que los suscita. Me da igual si son positivos o negativos, el miedo aparece , con él, las medias tintas. Supongo que el valor es algo que también se va aprendiendo con el tiempo. Y creo que ha llegado el momento de ser sincera con todos. Necesito decir: tarde y necesito definir algunas cosas...

Este finde celebro mi cumple, que es el lunes, así que si queréis venir y regalarme vuestra presencia llamadme por teléfono y quedamos. Hay mucho que celebrar. La imágen es de Heisike Kitazawa.

Victorias cotidianas

Apareció, así, inesperado, un sentimiento como de culpa. No tenía mucho sentido porque tampoco había hecho nada malo, pero he de reconocer que a veces me pierden las palabras. Se movió, haciéndose notar, molestándome en lo más profundo de mi pensamiento. Intenté cortarlo de raíz... pero se reproducía una y otra vez, haciéndose más y más fuerte. Dándome por vencida, aprendí a vivir con él. Incluso, a veces, sin darme cuenta, le regaba. Un día, como vino, se marchó... y de pronto apareció un hueco y echaba de menos esa molesta sensación de tener una china en el zapato.
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Pongamos que os llaman por teléfono para deciros que han cogido un vuelo desde, pongamos, el culo del mundo, para poder verte esta noche. ¿Qué harías? No lo sé. Pero lo que, seguro, no harías sería decir: Mira es que estoy en pijama viendo 'Anatomía de Grey' y me parece mucho más importante que verte en este momento. Así, tan patético y tan ancha... hasta que te pones a pensar que, joder, esa persona ha gastado su dinero y su tiempo en coger un vuelo y que, con todo su cansancio, quiere verte... Entonces rectificas. Y rectificar a tiempo es una victoria. Y dormir acompañada envuelta en una sábada de besos y de amor falso también.

La imágen es de Xelisita

CicaTRIZando

Con el ritmo de vida que llevo son pocas las ocasiones que tengo para encontrar la paz interior, pensar sobre lo que me ha pasado y, sobre todo, curarme las heridas. Durante mucho tiempo he estado mirando hacia otro lado para no verlas y, claro, cuando uno para no tiene otra cosa que hacer que mirarse a sí mismo y sacar conclusiones. He de decir que he superado la prueba de fuego. El otro día, hablando con alguien, salió el tema de las tiritas de racionalidad. Muchas veces ocultamos las cosas que nos duelen a golpes de cordura y raciocinio, absurdo completamente pero pensamos en términos tan psicológicamente estables que se nos olvida decir "mecagoenlaputa". Y yo me lo he dicho mucho estos días, así que me siento bien y tranquila.

Ayer estaba haciendo el pavo real cuando me dió un terrible tirón en la pierna y pensé: claro, es que hay cosas que sólo se pueden hacer con calma. Y esa es la respuesta que he estado buscando en los últimos meses. A veces tengo mucha prisa por conseguir las cosas, curarme, conocer a alguien, enamorarme, ser feliz, conseguir un curro de más de mil euros... la paciencia es una virtud. probablemente no sea el momento de hacer todas esas cosas, pero ya llegará...

Por cierto, Lando, sus estreptococos y yo cohabitamos en paz y armonía con su FUS. Se encuentra relativamente mejor y gracias a todos por preocuparos. También habréis observado que se borró un post. No sé por qué y no sé cómo, pero no he podido recuperarlo. Sé que me habíais contestado con buenos deseos, gracias de corazón. Vuelvo y tengo muchos microrelatos en la maleta que empezarán a ver la luz mañana.