miércoles, 19 de noviembre de 2008

Yo sólo sirvo

Acababa de oir un grito lejano. La ciudad escondía un demonio dormido en un cuarto con fotos de años lejanos. Desperté como los niños tras una pesadilla. Soñé que andabas cerca y que desmontabas mi vida. En un camino perdido entre las notas de una partitura escrbí un deseo que otró tocó con flauta travesera mientras mi corazón latía al ritmo de un cajón flamenco. El grito de odio oído en lo más profundo del alma me hizo reaccionar y lanzarme al pogo para darme de codazos contra los que, como tú, siempre prefieren bailar agarrados. Huir, huyamos, huyendo... yo sólo sirvo para puntuar las comas, para corregir defectos, para escuchar problemas y para no aguantar más tiempo del necesario a los otros. Ten cuidado, en una de estas puedes acabar con un nocturno clavado en tu cabeza.