viernes, 13 de febrero de 2009

Invierno


Aquella mañana de invierno la cabeza le dolía demasiado: boca pastosa, lengua moqueta, resaca de dos botellas de vino barato. Se vistió como pudo con aquella ropa de un anciano muerto, cogió su cartel y se echó a los pies de la gente en la calle Preciados pidiendo dinero para comer. Nadie se percató de su presencia. Así las cosas cogió la cabeza entre las manos y se la arrancó. Ya no sentía ni hambre ni frío. Ya no dolían las miradas que no llegaban.

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La ilustración de ayer y de hoy es un tipo que se llama Sam Weber. Os dejo su web porque es una fuente de inspiración para cualquier alma sensible. www.sampaints.com

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