jueves, 5 de marzo de 2009

La noche en blanco


A las tres de la mañana yo dormía plácidamente mientras ellos se emborrachaban y discutían sobre cómo salvar el país de la crisis. Evidentemente, de eso me enteré más tarde. Era una noche cualquiera entre semana y los gritos rebotaban por la corrala haciendo que todos los durmientes abriésemos el ojo para no poder volver a cerrarlo. El tema se ponía feo. Justo cuando parecía que se iban a dormir apareció el hijo pródigo aporreando hasta la saciedad la puerta. "¿Te han soltado" Un grito ensordecedor seguido de ocho millones de beso por segundo al modo abuela, con voz de abuela. " Esto hay que celebrarlo". Los que dormíamos, aunque ya despiertos, dejamos un segundo los ojos en blanco antes de hundir la cara en la almohada. Entonces subieron la música, volvieron, con más fuerza que nunca, los gritos. Hablaban de la cárcel. El hijo pródigo había estado en la cárcel todo este tiempo...
Dos valerianas más tarde logré caer rendido hasta el disparo. Un PUM seco, intenso, un sonido que no se parece en nada a los que sacan en las series de televisión. Pensé que lo había soñado hasta que la vecina de enfrente se asomó a la ventana gritando que había llamado a la policía. " Te mato", resonó por el patio, a lo que la vecina contestó encerrándose en casa y llamando de nuevo a emergencias. Un rato más tarde, el show: tres coches de policia, la vieja diciendo que no les dejaba entrar en su casa, la policía llevándose al ex-recluso de nuevo, la ambulancia, el juez, el levantamiento de cadáver, el insomnio compartido en batín de andar por casa y zapatillas mientras, deseseperados, nos invitábamos a café en el rellano. La del 2º C grita "mierda, ya son las siete". El estupor se generaliza, la gente sale corriendo a las duchas, se secan el pelo, se peinan, se maquillan, se ponen tacones... Más tarde sale la estampida de los que entran a trabajar a las 08:30 A.M. Yo plancho mi camisa, tomo otro café, me pongo la corbata y salgo a trabajar. La gente piensa que los directores vivimos en la zona pija de la ciudad. Mienten. La vida aquí es mucho más divertida.
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Relato inspirado en la siguiente conversación robada en el metro entre dos trabajadores de un banco.

- Es difícil ligar en nuestro trabajo.
- Sí...
- Las mujeres se piensan que tu vida es un rollo sólo por el sitio en el que trabajamos.
- También piensan que vivimos en La Moraleja y claro, luego ven tu piso y...
- A eso me refiero, joder... No entienden que sigamos en el barrio.
- Hay que haber nacido aquí para quererlo.
- Sí, pero ya no es lo mismo: hay más latinos y desde que se ha muerto en Piyayo (1)...
- Sí, pero siguen las pelas del Goya.
- Un clásico
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(1) Piyayo: gitano maño del barrio de toda la vida. Loco. Caminaba por la calle con un transistor a pilas cantando. Salido y baboso. Nunca hizo nada malo a nadie, sólo gritaba groserías a las mujeres. Un símbolo de una época del barrio. D.E.P.

La ilustración es de Noneta.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Gitano maño? A ver no es que los gitanos no puedan ser maños, pero no me imagino yo a un gitano con el cachirulo... ¿Por qué sabíais que era maño? Curiosidad...

M

A corderetas con mi alma: "Corde" dijo...

Desde luego si era maño era d emi barrio, que los gitanos auténticos, los Gabarre de toda la vida (p. ej.) son de acá.
De todos modos yo prefiero un barrio castizo que una Moraleja sin personalidad. ¡Ande va a parar!

Lostnilwen dijo...

Es una larga historia que tiene su base científica en Xerpas, también maño, quien me contó la historia...
Y si él lo dice, yo le creo :)