miércoles, 15 de octubre de 2008

Fallo de racord


A medio camino entre tu casa y la mía observo a un niño que sigue creyendo en los reyes magos y me dice que qué les voy a pedir, convencido, como está, de que existen y que pueden lograr todo aquello que quieran. "¿Qué les pido a los reyes magos?" Al niño le digo que una consola o unas botas, que no lo tengo muy claro pero por dentro pienso: "Que maduren los hombres de los que me enamoro".
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Mi sistema cerebral procesa la información que recibe de una forma un tanto peculiar. Nunca sé en qué día vivo. En mi casa no hay reloj. Tampoco me dictan cuánto tiempo y cómo he de estar con mis amigos. Hay lunes que se convierten en domingos y viernes que duran una semana. Encuentros y desencuentros. Mi sistema cerebral produce fallos de racord. Es por eso por lo que todos los octubres tengo que cortar con todo (o con alguien). Es siempre la misma escena. Mi cara es la misma, los gestos, las dudas, las expectativas... sólo que cambia la persona que tengo delante. Este racord puede acabar con la historia de mi vida. O, quizá, me convierta en el nuevo Lynch, ¿quién sabe?.

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