viernes, 3 de octubre de 2008

Mis zancos mágicos

Si esta noche me encuentro por Madrid a uno de esos gnomos que te conceden un deseo le invito a unas cañas a cambio de unos zancos mágicos que me permitan ver la realidad desde una nueva perspectiva. No quiero mirar con desdén a los bajitos, ni necesito sentirme superior, sólo quiero tener el punto de vista de los pájaros, como las palomas que te observan comer y que te escuchan mientras te tomas algo en una terraza con frío. ¿Qué pensarán de mí las palomas de Madrid? ¿Creerán que tengo valor o que me falta? Mis zancos mágicos me permitirían observar las cosas más triviales: los cafés con leche de la mora, las miradas de alcaudón su pequeña amada, al hada creando mundos de fimo, a la maga con sus niños, a la voz carraspeando por las mañanas, a las cosas que no veo de quien me importa y, sobre todo, observarte mientras me observas, atender al gesto, a la palabra, a los minímos roces de nuestros cuerpos. Una nueva perspectiva de tu aliento, de tus manos, de mis ojos en tus ojos, de mis ojos en tu espalda, de tus mudanzas y de tus series en DVD.

1 comentario:

A corderetas con mi alma: "Corde" dijo...

Esa perspectiva estaría muy bien, la verdad. Si descubre unos zancos mágicos... ¿me los podrá prestar cuando ya los haya usado?
Aunque, para subir a unos zancos hay que tener mucho equilibrio en todos los sentidos, así que no sé si funcionaría... ¿Son mágicos, no? Pues que, de paso, me equilibren un poquitín, que no estaría de más.