
Ayer, entre risas, una de mis mejores amigas me contaba que se había ligado a un tío. Resulta que le conoció en el baño de un bar (todo muy romántico) y él la beso el cuello antes de presentarse (todo muy normal). Pero como ella es así (todo romanticismo) se dejó querer y acabó durmiendo todo el fin de semana con el chico romántico. Resulta (de que) el amable de él había decidido dormir abrazado a ella toda la noche... Y a ella le parecía de lo más romántico. Vamos a ver. Estamos ante una razón brutal para la ruptura. Si estás en una cama de 90 pues, bueno, las estrecheces obligan. Pero si duermes en una cama grande, por Dios, aparta. Las horas de sueño son sagradas (8 para dormir, 8 para trabajar y 8 para rezar, según los monjes) y las necesitas... Si me paso toda la noche con el cuello mirando a Tudela me levanto mal, cual Trueba y de mala leche. ¡No! Te apartas y me dejas seguir durmiendo. Esto por no hablar de que, probablemente, sea un tipo celoso y posesivo porque, sin duda, te ha raptado para llevar a cabo algún tipo de plan maléfico que tenía en mente desde hace tiempo. Así las cosas yo quiero un tío que duerma cerca pero no encima, que me deje bocabajo y espatarrá, que duerma sin almohada y, sobre todo, que no me robe el nórdico. ¿Es tanto pedir?
Pd: Sé que existen porque a veces me acompaña. La ilustración es de clavelet.