jueves, 27 de diciembre de 2007
Siervas y sumisas varias
El amor debería ser juzgado por machacar nuestros raciocinios. Entiendo que aquellos que lo están (enamorados, digo) hayan podido perder la chaveta por la otra persona (centro inequívoco del universo) pero ¿qué nos pasa a los que no estamos enamorados?
Observo,atemorizada, que algunas de las personas más cercanas que me rodean andan obsesionados con encontrar la persona adecuada. Bien, sería muy bonito para todos y todos seríamos muy felices pero ¿y lo que viene después?
En este tiempo que llevo sola (escaso, dirán algunos) he descubierto que cuando me enamoro dejo el descaro y la mala leche metido en un cajón con llave (mentira, dirán algunos ex). El caso es que, de alguna forma, me convierto en un ser esclavo y sumiso de las apetencias del otro "¿te apetece verme? quedamos donde tu quieras. No a mí me da igual ¿qué quieres que te haga de cenar? Si te apetece estar solo..." Ese círculo vicioso de apetencias del otro tiene que romperse de una vez por todas (creo que estoy en el camino). Porque me apetece salirme alguna vez con la mía: decir "vente" y que se vengan, cenar algo que me apetezca a mí, que vengan a verme porque estoy mal, no ir siempre yo corriendo detrás del otro. Este es sólo mi caso y los hay peores... tíos y tías esclavizados por el amor y por la falta de amor. ¿Por qué no disfrutamos más y nos dejamos de tonterías?
PD: Postead malditos...
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3 comentarios:
Tan cierto como que somos bípedos sin sentido en un universo sin sentido y rodeados por relaciones sin sentido. Démosle sentido disfrutando.
Si en lugar de buscar sentido (e intentar dárselo) hicésemos lo que nos apetece, seríamos más felices. Si no buscas el amor, si no un beso o un polvo, el objetivo se cumple más fácil. ¿Tiene sentido? Pues no sé... pero sé que si me dejo llevar las cosas salen y que si me emperro en estar con alguien, se termina marchando... sin sentido.
Y siendo consciente de que los hay con tres piernas, que tambien es verdad, el amor nos engorda tanto los sentidos que nos volvemos jilipoyas, claro, pero... y lo que disfrutamos?
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