miércoles, 14 de marzo de 2007

Me quitaron la venda


Durante mucho tiempo he estado maldiciendo mi mala suerte. Pensando en que sería de mí si tal o cual cosa no hubiese pasado. Maldiciendo a todas y cada una de las personas que me han hecho daño o me han afectado de algún modo. Diciéndome a mí misma que mi vida nunca sería emocionalmente estable, como si eso fuese una señal de alarma que te avisa de que eres una hormiga. Ahora que las cosas con Carter son difíciles de pronto llega alguien y te enseña la verdad que deberían haberte enseñado en la tierna infancia " Es que son hombres, no entienden".

Claro, nos pasamos la vida intentando que ellos entiendan cómo nos sentimos, lo que pensamos. Pero la verdad es que ellos no lo entienden, para eso sólo están las amigas (y las mías son cojonudas porque hasta vuelan). Como no nos entienden se frustran y cuando eso ocurre se ponen a la defensiva o bien atacan. De pronto, la nueva verdad revelada cambió mi vida. Llegué a casa y no hablé de mí, le pregunté qué tal su día, escuche sus asuntos (un tanto triviales porque está de vacaciones en todos los sentidos), le dije sólo cosas positivas como " cuantas cosas has hecho hoy" en lugar de mi habitual ¿por qué no está hecha la cama? y la movida es que no discutí con él (por primera vez en dos semanas). Y aunque en principio se iba a poner a trabajar, me pidió que nos fuésemos a dormir juntos (y abrazados). Madre mía ¿cómo sería mi vida si alguien me hubiese explicado que hay cosas que no entienden porque no saben lo que son? Pues eso, que son simplemente hombres.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Pactos. Para convivir hay que pactar. Y sí, me parece romántico y necesario. Después de varias convivencias fallidas he aprendido que somos distintos, tan distintos... Por eso hay que buscar el complemento, por eso hay que pactar, reunirse y acabar descojonándose el uno del otro. Enfadarse no sirve de mucho. Y conservar parcelas para uno mismo, y compartir otras, y comprender que el amor se desgasta por chorradas. Bueno... y hacerse a la idea de que un calcetín en medio del salón, una maleta medio deshecha durante días o unos platos sin fregar pueden no ser tan horribles si el dueño te hace reír. La eterna lucha de siempre, querida, eterna y perdida. Pero que nos hagan reír... POr favor.

Lostnilwen dijo...

Te juro que pensaba que era la única persona del mundo que no entendía el concepto calcetín tirado en el salón.
Y también contienen mucha sabiduría tus palabras, Madame. Yo soy una recién llegada a este nuevo mundo.

Unknown dijo...

Yo cambiaría mi vida porque una chica me regala una tarde noche así. Estoy convencido que ese tipo de cosas no le pasan a todo el mundo: sólo a los que tienen suerte.

Este ha sido un post triste para mí... Aunque quiera negarlo, la sombra de la envidia está ahí.
y está porque hay envidia.

Anónimo dijo...

Bienvenida...y paciencia, muuuuuuucha paciencia. Es curioso, porque cuando escuchas una conversación de tíos la cosa cambia radicalmente, aunque ellos también confiesan volverse locos con nosotras (y por nosotras, claro está). Esa pachorra masculina puede y debe ser contagiosa, muchacha. Sí, acabaremos siendo una malas amas de casa e, incluso, nos rascaremos nuestras miserias... Pero, no es tan terrible. Piénselo. Yo, a veces, les admiro profundamente. Ya sabe lo que decía Picasso: "roba lo bueno". Y éso de que no escuchan... Pues, no, a veces no, pero no significa que no les importe lo que contamos, es que están haciendo otra cosa en ese momento, aunque sea incomprensible para almas atormentadas como las nuestras, que, en ocasiones, somos muy pesaditas. Disfrute de Carter y haga caso de Chemari Wan...¡Cuide su suerte!

albert dijo...
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