Con el paso de los días las sensaciones horribles que he estado teniendo se han ido mitigando hasta que casi son un recuerdo de sí mismas. Antes echaba mucho de menos a Carter, ahora a penas me acuerdo de él una vez al día y siempre por alguna cosa que solía hacer. Véase estar en la cama pachucha y que te traigan miel. Pero el resto del día es como si ya no existiera. Antes odiaba estar sola en casa, ahora es una cosa que agradezco sobremanera: las cosas son como quiero y porque quiero sin pedir consejo /opinión /permiso a nadie. Ayer hablaba con llámalo X y le decía que es como si hubiese dejado de quererlo con locura. Que si volviese ahora las cosas serían muy diferentes porque, evidentemente, la imágen que yo tengo de Carter ha cambiado. Tanto que, probablemente, sea como enamorarte de una persona nueva... y nunca sabes cuándo te vas a enamorar ni de quién. Eso me hace sentir mucho más tranquila y es una sensación cojonuda. Ahora lo que me apetece es salir con los colegas, beber y, sobre todo, superar este constipado que me tiene tosiendo como una loca todo el día.Planes para el finde: Si no habéis visto a Soniquete Swing es que no tenéis ni idea de lo que se cuece a fuego lento en el jazz madrileño. En este caso, flamenco jazz con una pianista que es todo amor llegado de Argentina y con el estupendo bajista amigo y catalán Albert Anguela. La cita es esta noche en 'La Fídula' en la calle Huertas. Y el sábado toca Miguel Dantart en la sede de CCOO gratis, así que tampoco tenéis excusa. Que quien se aburre es porque quiere...
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