lunes, 15 de octubre de 2007

Renaciendo


Este fin de semana me he dedicado a tocar fondo. Básicamente me he emborrachado y hecho gilipolleces varias con el único fin de olvidarle. Craso error porque acabé borracha, deprimida y llorando como una niña pequeña. El domingo intenté hacerme la fuerte con mis amigas pero, nada más irse, la cagué y le llamé por teléfono. Resulta que me he pasado meses pidiéndole que sea claro y cuando por fin lo es no se lo permito... Cuando cogió el teléfono le lloré, le patalee y me humillé. El caso es que cuando colgué el teléfono me dí cuenta de que me había humillado y pensé: "¿No crees que estás llevando esto muy lejos?¿No crees que ya basta y que has perdido la batalla?". Luego pensé cómo podía empezar a olvidarle. Borré su número del móvil (de los dos). No me lo sé, tampoco el de mi hermana, por ejemplo. Así que ahora sólo está escrito en algún punto de una agenda que he perdido con la mudanza. Al menos así podré dejar de llamarle. Puede que sea un paso muy pequeño, pero es un primer paso importante: Hasta aquí y a esperar los marshmallows.

3 comentarios:

albert dijo...

borrar el número del móvil es un gran paso. de hecho yo diría que es uno de los pasos más definitivos que se pueden dar en los tiempos en los que vivimos.

Lostnilwen dijo...

Dada mi incapacidad para recordar teléfonos, creo que es lo mejor que puedo hacer. El problema lo tengo con su correo electrónico, pero bueno...eso siempre molesta menos. Y sólo le he mandado una oferta de trabajo. ¿No es malo, no?

albert dijo...

si la oferta de trabajo está en la patagonia no ;)