lunes, 7 de enero de 2008

Enredándome



Algo viscoso rozó mi cara obligándome a abrir los ojos. El peso de los párpados hacia que no pudiese creer lo que mis ojos me obligaban a ver. Miles de medusas recorrían mi habitación con las palabras clave de mi existencia. Una llevaba tu nombre. Cuando me acerqué a saludarla un escalofrío eléctrico me recorrió entera: duele (y escuece). Pasado un rato me transformé en una de ellas y llevaba mi nombre y ella me dejó jugara su lado, y tocarla, y enredarme en ella sin hacerme daño. Cuando una corriente de aire nos separó, me dejó seguir con mi camino y eso fue lo mejor para las dos.
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Como es día de fiesta pero yo estoy trabajando, por hoy no escribo más. La ilustración es de Sam Weber. Afortunados todos los no nacidos con vocación periodística.

Por favor, no os perdáis esta página web: iklimt Simplemente, maravillosa.

1 comentario:

Alsan dijo...

Que chungo. Es peor que la metamorfosis de kafka. Los insectos son más majos que las medusas.
Sin embargo, creo que es mejor opción el exterminio que la mutación. Hay muchas cosas que es mejor que no existan.